La reflexión sobre la vida nos hace darnos cuenta de lo que somos, dónde estamos y a dónde vamos. También nos invita a un cambio, ya que somos imperfectos pero sí perfectibles; podemos ser mejores de lo que somos, dando calidad a nuestra vida, no necesariamente por la satisfacción en las cosas materiales, sino más bien, por una salud espiritual que despierte nuestra humanidad en relación con las personas.
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